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Gastronomía

Por qué nos gusta tanto la cerveza con queso

¡Que no te la den con queso! Seguro que más de una vez has escuchado este dicho, cuyo significado es «que no te engañen». Pero, ¿de dónde viene la expresión? Pues bien, refiere a un maridaje: el acompañamiento de vino con queso, uno de los más amados en nuestro país. Siendo así, puedes pensar que el dicho es absurdo, pero tiene una explicación sencilla que tiene que ver precisamente con ese maridaje.

En general, gusta mucho mezclar vino con queso, ya que este alimento suele ser graso y equilibra las aristas más ácidas del vino, mejorando en muchos casos su percepción, y sobre todo tapando defectos del vino. Solía ocurrir que, antiguamente, cuando el responsable de bebidas de un restaurante iba a bodegas a elegir vinos, se le ofrecían siempre con una tapita de queso, por lo que si alguno era defectuoso no se percibía como tal. Después, ya en el propio restaurante y al probarlo otra vez con algunos compañeros, sin queso de por medio, se extrañaba al encontrarse con un vino mucho peor de lo que recordaba. Y quizá alguno de sus compañeros, que sí sabía el truco, le decía «te lo han dado con queso». De ahí el dicho, que se convirtió en advertencia, con el que empezaba este artículo.

Esto viene dado porque el vino no suele tener «herramientas» para contrarrestar esa saturación grasa del queso, y aunque sea bueno que tape sus defectos, también tapa virtudes de los mejores vinos, por lo que en una cata de vinos de alta calidad debemos evitar el queso para poder percibir todas sus facultades.

Sin embargo, hay una bebida que tiene características perfectas para contrarrestar ese punto graso. ¿Adivinas? Cómo no, la cerveza. Y, aunque ya sabemos que hay muchísimos estilos de los que irán mejor unos con algunos quesos y otros con otros, en general el maridaje se convierte en una simbiosis entre ambos productos, saliendo a relucir todas sus virtudes.

Las «herramientas» que tiene la cerveza para evitar la saturación grasa del queso son principalmente el amargor, especialmente acentuado en los estilos con más lúpulo, y la carbonatación. Ambas características nos generan una sensación refrescante que equilibra esa densidad del queso, ayudando a que cada bocado sea como el primero. 

Así, el queso no se llevará por delante ninguna de las virtudes de la cerveza, como sí puede ocurrir con el vino, y podremos degustar ambos productos a la par. Luego ya entramos en gustos para elegir tipos de queso que acompañen a una cerveza específica. Cada maridaje tendrá sus propias características, como la mezcla de un queso curado con una cerveza tostada que haga efecto de pan líquido, creando en boca una mezcla a la que estamos muy habituados; otro maridaje muy llamativo es el de los quesos más lácticos con cervezas negras, que nos genera una sensación también muy conocida, la del café con leche.

Y así me podría tirar muchísimas líneas más. Pero creo que sería mejor aprovechar ese tiempo, tanto para mí escribiendo como para ti leyendo, en empezar a buscar tipos diferentes de queso y estilos diversos de cerveza e ir haciendo catas, en las que encontraremos muchísimas sorpresas agradables y sabores deliciosos para los que amamos ambos productos. Así que, ya sabes, la cerveza… ¡Que sí te la den con queso!

Pablo Tamayo

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