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Cultura Cervecera

El mito de la barriga cervecera

Cuántas veces habremos oído eso de la barriga cervecera. Se asocia habitualmente a un tipo concreto de obesidad, marcado por la acumulación de grasa en la parte abdominal, con personas que beben cerveza en grandes cantidades y muy a menudo. Pero, ¿qué hay de cierto en ello? ¿Es el consumo de cerveza el causante de esa barriga?

Pues hoy me toca desmitificar este pensamiento general, pues la respuesta es que no se puede culpar a la cerveza de este tipo de barriga.  Las hormonas y la genética pueden tener mucho más que ver. Y por supuesto el consumo excesivo de cualquier producto será causante directo de la obesidad, estando algunas personas más predispuestas que otras a engordar y acumular grasa. Por lo tanto, hay que huir siempre de los excesos, también en la cerveza.

En todo caso, en cuanto a engordar, no podemos culpar directamente a la cerveza. Una persona que se excede en su consumo, por supuesto, será factible que engorde, pero no más que con otras bebidas. Solo el agua aporta menos calorías que la cerveza. Nuestra bebida favorita, al fin y al cabo, es más de un 90% agua, y el alcohol es bajo. Por tanto, no es de extrañar que tenga menos calorías que otras bebidas con más alcohol y azúcar.

Estamos hablando de unas 40-45 calorías por cada 100 gramos de producto. Es decir, una caña tiene menos calorías que, por ejemplo, un yogur. De hecho, el consumo máximo recomendado de una cerveza diaria en las mujeres y dos en los hombres es perfectamente aceptable en una dieta sana y no supone ningún desequilibrio calórico.

Entonces, ¿por qué esa fama? ¿De dónde viene el concepto de barriga cervecera? Es algo muy extendido en nuestra sociedad, y hay unas cuantas causas para que se haya relacionado ese tipo de panza a la cerveza:

  • En el ideario colectivo ya asociamos la imagen de un hombre (que, por tema hormonal, están más predispuestos a este tipo de obesidad) con una gran barriga bebiendo una cerveza. No hay más que fijarse en el logo de Cruzcampo, por ejemplo.
  • El consumo excesivo de cerveza, además de ser una de las causas de la obesidad, suele ir acompañado de comer entre horas (normalmente tapas altamente calóricas), vida sedentaria y consumo de otras bebidas, lo que en conjunto nos haría aumentar el peso.
  • Asociamos el gas de la cerveza con la hinchazón. Esto también es un mito, pues la acumulación de gas no crea una tripa formada por grasa. Como mucho, cuando el consumo es exagerado, crea distensiones intestinales, que tampoco es nada saludable, pero no la tripa.

En definitiva, como con todo, hay que ser comedido. Una dieta saludable tolera perfectamente el consumo moderado de cerveza, tanto por su aporte calórico como por su alcohol, y aunque este es perjudicial, en tan pequeña dosis es asimilable teniendo en cuenta los beneficios que puede aportar para la salud cardiovascular la cerveza (y para nuestra salud mental, por supuesto. A mí una cerveza me aporta felicidad). Pero siempre sin pasarse. La mejor forma de disfrutar de la cerveza es con moderación, y a la larga es la única. Así que, disfrutemos de ella en la cantidad justa para no convertirla en un problema, y que no nos engañen con lo de la barriga cervecera.

Pablo, Beer Sommelier

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