VOLVER AL BLOG

Elaboración

¿Qué pasos debes seguir para elaborar cerveza en casa?

Seguro que ya has oído de alguien que ha hecho cerveza en su casa, o quizá tú mismo te has lanzado a probar alguna vez. Hay múltiples packs que te guían a la hora de hacer una cerveza, simplificando mucho el proceso, aunque también es verdad, limitando tus opciones creativas.

Y es que hacer cerveza no es otra cosa que cocinar. Lógicamente, con los ingredientes y utensilios necesarios, podremos elaborar cualquier plato de comida mucho más libremente que si compramos la comida precocinada. Lo mismo nos pasa con la cerveza.

Para hacer una cerveza en casa los pasos a seguir son similares a los de una gran producción, solo que a mucha menor escala. Lo primero que necesitamos es una receta, la cual debemos seguir fielmente, y en caso de diferir en algún momento, apuntar cómo se ha hecho. Imagina que creas de chiripa la mejor cerveza de la historia y luego no te acuerdas cómo la hiciste.

Necesitaremos, pues, los ingredientes en las cantidades que nos indique la receta. Ya nos sabemos de memoria los básicos: agua, malta, lúpulo y levadura. En ocasiones, según la receta, puede llevar algo más. Y algo esencial también es el equipo de elaboración. Para hacer un lote de 20 litros, una cantidad por la que puede merecer mucho la pena probar a hacer tu propia cerveza, necesitas principalmente una olla de cocción de al menos 30 litros, un macerador (se puede sustituir por una nevera de camping rígida) y un fermentador del mismo volumen. Además, cazos, palas y jarras que te facilitarán el proceso. Todo ello se puede adquirir fácilmente en tiendas especializadas físicas u online.

Para la elaboración de una cerveza sencilla, con los cuatro ingredientes habituales, los pasos a seguir son, a grandes rasgos:

  • Molienda de la malta: consiste en molturar el grano para que pueda aportar sus características más fácilmente a la receta. Se puede saltar este paso si se compra la malta ya molida, en caso contrario necesitas un molinillo. No consiste en hacer harina con la malta, solo partir en varios trozos cada grano.
  • Maceración: primera mezcla de ingredientes, introducimos la malta molida en agua caliente, siguiendo las cantidades y temperatura de la receta (el agua estará entre 62 y 72º C). En este momento, el agua está absorbiendo las propiedades de la malta, siendo muy importante su azúcar, ya que será imprescindible para la fermentación. La maceración dura entre 60 y 90 minutos y obtenemos un mosto ya con aroma, sabor y color.
  • Filtrado del mosto: consiste en separar la parte sólida, los restos de la malta, y quedarnos solo con el líquido, el mosto. Se puede hacer con colador o, si el macerador tiene un grifo con filtro, simplemente pasando a través de él el líquido a una olla de cocción.
  • Cocción: en este momento subimos la temperatura del mosto a punto de ebullición, dejándolo así de nuevo entre 60 y 90 minutos. Es aquí cuando se añade el tercer ingrediente, el lúpulo, que aportará aromas y amargor. Según la receta, habrá que echar el lúpulo al comienzo de la cocción (si se quiere que aporte más amargor) o al final (si lo que importa más es el aroma). O en un punto intermedio, o en varios… hay infinitas formas de hacerlo y depende de cada receta.
  • Enfriado: cuando ha estado el tiempo indicado hirviendo es momento de añadir el último ingrediente, la levadura. Pero no se puede añadir cuando el mosto aún está demasiado caliente, puesto que moriría antes de funcionar. Para ello, hay que esperar a que el mosto esté frío. Conviene hacer este proceso lo más rápidamente posible para evitar contaminaciones, ya que cuando baje de los 75º C el mosto puede ser caldo de cultivo de bacterias no deseables para la futura cerveza, así que lo mejor es hacer un baño maría frío grande, donde quepa la olla (por ejemplo, en una bañera con hielo).
  • Fermentación: ahora sí, entraría el cuarto y último ingrediente, la levadura. Una levadura Ale necesitará una temperatura de unos 20º C para comenzar la fermentación, así que al llegar a esa temperatura pasaríamos el mosto al fermentador y añadiríamos la levadura. Las levaduras Lager necesitan incluso temperaturas más bajas, por lo que no es común usarlas para cerveza casera, ya que es más fácil hacerla fermentar a temperatura ambiente.

En el fermentador, que se cierra herméticamente una vez añadida la levadura (aunque con una salida para dejar escapar el gas generado, pero sin permitir que entre oxígeno, conocida como airlock), el mosto se transforma en la apreciada cerveza. Si todo el proceso anterior se puede hacer en varias horas, aquí ya debemos tener más paciencia, puesto que dura entre una y dos semanas.

  • Embotellado: cuando termina la fermentación, es hora de embotellar. Antes de comenzar este proceso, se añade una cantidad definida por la receta de azúcar para que comience una segunda fermentación en botella, que dará a la bebida más gas carbónico. Después de rellenar las botellas, que deben estar bien limpias y esterilizadas, se cierran ya sea con tapones de chapa (sería necesario una chapadora para ello), de rosca o de cierre mecánico, de cualquier forma, deben quedar bien cerradas.
  • Finalmente, según la receta, habrá que esperar un tiempo de reposo, que suele ser de más de dos semanas y en ocasiones de meses, para que la cerveza madure y equilibre sus sabores.

Sé que parece complejo, arduo y largo, pero una vez que pruebas tu propia cerveza sabrás que ha merecido la pena. Y cuando llevas varias recetas ves que tú mismo te puedes lanzar a diseñar tus propias recetas, siendo consciente de cómo cambia el producto final según varías en el proceso o en los ingredientes. Además, con buena compañía es una actividad de lo más divertida (tanto hacerla como, tiempo después, ¡beberla!).

Pablo, Beer Sommelier

También te podría interesar...